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Foto del escritorLiz Salic

Isabel Gutiérrez de Bosch: Un legado que cobra vida y trasciende por generaciones

Actualizado: 25 sept


Desde el inicio, la raza humana ha buscado guardar registro de su existencia. Pinturas, escritos, imágenes e incluso edificaciones se han utilizado por generaciones para tener la seguridad de que se dejan muestras que alguien estuvo allí y generó un impacto en la historia, ya que uno de nuestros intereses más grandes como personas es trascender, ser recordados y queremos garantizar que quienes nos preceden, reciban un legado.


No obstante, la trascendencia de una persona no puede definirse solo por lo que alguien construyó, o por la cantidad de videos o fotografías en los que aparece. Las evidencias físicas no son la única forma de guardar memoria del paso de una persona en esta tierra, sino que existen otras que solo pueden sentirse. Un legado también se mide en aquellos que te conocieron, a quienes tus acciones más sencillas impactaron. Son ellos quienes mantienen activo tu recuerdo, quienes cuentan tu historia.


El 6 de septiembre de 2020, lo que todos encontraban inimaginable, sucedió. Guatemala perdió a una persona que siempre se interesó en generar un impacto positivo en la sociedad, luchando por facilitarle a muchas personas el acceso a una mejor vida, a través de programas de educación, salud y nutrición, apoyando a niñas en riesgo, empoderando a la mujer, llegando a crear alianzas interinstitucionales con organizaciones no gubernamentales, fundaciones y entidades del gobierno, que permitieron que una gran parte de la sociedad sensible alcanzara sueños que nunca imaginaron obtener.


La partida de Doña Isabelita sin duda dejó un vacío en el corazón de aquellos que le conocieron. Nunca esperamos despedirnos de alguien tan significativo en nuestras vidas y saber que no volveremos a escuchar un “échele” o “ánimo” con su cálida e inconfundible voz, que transmitía amor en cada silaba que pronunciaban sus labios. Sin embargo, aunque ya no nos acompaña físicamente, su legado se fortalece día a día.


Durante el último año, cada persona que tuvo la dicha de conocer a Doña Isabelita en persona experimentó su cariño y su calor de una manera diferente. Pues su legado no son solo sus obras, sino también sus hijos e hijas, sobrinos, sobrinas, a quienes protegió, cuando las pruebas de la vida así lo requirieron, a capa y espada, como una mamá osa que cuida de sus crías, enseñándoles el legado que ella también recibió de su padre, Don Juanito hace 100 años, y transmitiendo los valores de responsabilidad, excelencia, integridad y respeto, que caracterizan nuestras actuaciones como ciudadano responsable, íntegro y transparente, congruentes al propósito enseñando con el ejemplo y poniéndolos en práctica a cada acción. Dichas enseñanzas ahora viven en cada uno de ellos y también están presentes en sus nietos, bisnietos y cada una de las personas que han participado en los proyectos e iniciativas que iniciaron en su corazón como una labor social.


Un legado reside en las personas cuyas historias dan sentido a los registros físicos de la vida de alguien más. En este caso, en las palabras, historias y acciones de todos los miembros de su familia y de las personas con quienes compartió un espacio de trabajo por años; en las mujeres de Totonicapán, a quienes tanto amaba y por quienes lo dio todo; en sus becados – sus pollitos-, de quienes se enorgullecía todos los días, y de todos los jóvenes que inspiró a tener un proyecto de vida.


Un año ha transcurrido desde que Doña Isabelita fue llamada a cuidarnos desde el cielo y no ha habido un solo día en el que su espíritu y legado no esté aquí. Mientras tanto, en la Fundación Juan Bautista Gutiérrez seguimos esforzándonos día a día para que su labor, el propósito por el cual trabajó arduamente durante tantos años, se mantenga tan vivo como siempre. Nosotros somos la voz encargada de mantener vivo el impacto que su cálida personalidad creó.


Es por ello que en este mes nos enorgullecemos aún más de su trayectoria como filántropa, de una vida completa dedicada al servicio social. Y en celebración de los 100 años de historias, de buenas historias que contar, rendimos este homenaje para que todos puedan unirse a esta celebración de vida y amor; amor por vivir, amor por el trabajo social y filantropía. Amor por las personas, que son el espíritu que da vida a todo.


¡Gracias Doña Isabelita y un fuerte abrazo de todos hasta el cielo!

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